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Muchas veces los pacientes llegan a la consulta para hacerse un chequeo completo y diagnosticar que problemas en boca tienen y lo único que se encuentra (que no es poca cosa) son caries y sarro dental.
Entonces lo que se procede a realizar es el retiro del sarro (destartraje y profilaxis) y las curaciones (obturaciones) de los dientes cariados.
Los materiales definitivos para curar un diente son la amalgama dental y las resinas compuestas, siendo las primeras las «plomas» y las segundas las «blancas». Por razones descritas en un artículo pasado y que tienen que ver principalmente con la estética, las más usadas son las resinas.
Independientemente de cual se use, una vez que la caries es removida y el diente es curado (obturado) con la resina y la base previa de ser necesario, el paciente llama unos cuantos días después o refiere en su siguiente cita que le duele la muela curada al masticar.
Usualmente, como el ejemplo arriba menciona, son las muelas curadas en las superficies masticatorias las que presentan estas molestias. Si es una pieza dental que tenía una caries pequeña y que no había ningún riesgo de compromiso pulpar (parte vital de la pieza dental) y no había tenido sintomatología alguna antes de la curación, estamos frente a una sobreobturación.
La sobreobturación es el haber puesto una cantidad mayor a la necesaria del material de obturación y que al no haberse chequeado la mordida de una forma correcta luego de la obturación, genera unos puntos de contacto prematuros entre la curación y la muela antagonista, la consecuente inflamación del ligamento periodontal (estructura que rodea a las raíces de los dientes y muelas por su parte externa) y el dolor al masticar.
La solución es simple, se coloca papel de articular para que marque las zonas sobreobturadas, se eliminan esos puntos y se pule, si es necesario se medica con una toma de algún antinflamatorio de elección y el problema desaparecerá en 48 horas.
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